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24 de septiembre de 2007

A Palos con un Ser de Metro Veinte

Hoy os cuento un caso que leí hace poco sobre otro de mis enigmas favoritos: los OVNIs. Forma parte del más reciente libro de J.J. Benítez, "El hombre que susurraba a los ummitas", y, según sus palabras, es uno de los casos mas puros que ha investigado nunca.

Todo ocurrió en 1967 a cierta distancia de Opoco, aldea boliviana. La protagonista, Valentina, tenía unos veinticuatro años. Es analfabeta y no habla español, sino quechúa. Ha dedicado toda su vida a la agricultura y la cría de ganado.

Recuerda que se hallaba sola pastoreando a su rebaño cuando se percató de que una llama y su cría se habían extraviado. Reunió al resto de animales y se marchó en su busca. Aproximadamente una hora y media después volvió a por el resto del rebaño y descubrió con sorpresa que no permanecía en el lugar que ella le había dejado. Siguió sus huellas hasta el corral, que se encontraba cubierto con una extraña red. Dos personas, de una altura aproximada de metro veinte, se hallaban en el lugar, una en el interior y otra en el exterior del corral, y todas las ovejas habían sido sacrificadas y mutiladas.

Los extraños matarifes vestían un buzo de una sola pieza con botas, cinturones donde llevaban "herramientas", un casco que dejaba el rostro al descubierto y dos tubos a la espalda que sobresalían por los lados. Su piel era muy blanca, sus ojos azules y lucían abundante bigote pelirrojo.

Valentina, creyendo que se trataba de ladrones, comenzó a lanzar piedras a los intrusos. El que se encontraba fuera del corral recogió la red con un extraño aparato y huyó volando (?). El otro individuo recogió rápidamente sus herramientas y una bolsa con las entrañas de los animales. Se disponía a huir tras su compañero cuando Valentina, enfurecida, le alcanzó con un palo de punta metálica en el rostro, hiriéndolo. El individuo sangraba y gritaba en un idioma desconocido para la mujer, que le golpeó dos veces más mientras el intruso procuraba defenderse con el "cuchillo" con que había matado a las ovejas. Finalmente, con un brazo partido, el tipo, también por los aires, logró huir.

Ese mismo día fueron denunciados los hechos a la autoridad. Un grupo de militares inspeccionó el corral y recogió muestras de la sangre (de apariencia totalmente normal) derramada por el supuesto ladrón. Nunca se supo si dicha sangre fue analizada.

La muerte del rebaño supuso la ruina para Valentina y sus familiares, que se vieron obligados a trasladarse a una población cercana en busca de un medio para ganarse la vida.

Sin duda un caso extraño. Ya son pocas las veces que los supuestos extraterrestres, alucinaciones, o rayos en bola (lo que cada uno piense) se muestran agresivos y atacan a las personas, pero menos veces aún lo hacen en defensa propia. Sin embargo los sacrificios y mutilaciones de ganado sí que son algo mas habitual, aunque no por ello menos enigmático, en el fenómeno.

Podéis leer un fragmento del libro aquí.

Hasta pronto.

 

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